Tan simpático como mudo en Barcelona, Samuel Umtiti aprovechó una concentración de la selección francesa para poner en jaque al Barça. O al menos para dar un toque de alerta: se considera un central de primer nivel y su papel en el equipo es de tal consideración que exigirá un contrato de crack para renovar su contrato.
El cachondo ‘Joker’ –aquí traducido por ‘pasapalabra’– con el que respondió al periodista francés que le preguntó por su futuro sentó como un bofetón inesperado en el Camp Nou, donde nadie tenía dudas acerca de sus intenciones de seguir en el Barça y que ahora despierta desconfianza.
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Umtiti es un profesional y como tal quiere hacerse valer en el club a la hora de renovar un contrato que, se entiende, tiene un valor económico por debajo de su protagonismo. Pero en el Barça se tiene claro que no todo vale y haciendo lo posible, y hasta rozando lo imposible, por asegurarse su continuidad ya se ha dado la primera señal en forma de respuesta: no se perderá el norte ni se estirará más el brazo que la manga.
El caso del central coloca, de forma indirecta a Ter Stegen, portero tan indiscutible como innegociable se sabe, se entiende, su futuro en el Camp Nou. El alemán amenazó en su momento con marcharse porque no jugaba todo lo que consideraba debía jugar (Bravo), pero solventado ese asunto ni tan solo ha dado pie a poner en duda su permanencia en el club. Hasta el punto que cuando más alarma existió en Múnich con la lesión de Neuer y apareció su nombre en el escenario cerró de sopetón, si ni tan solo hacer una declaración pública, cualquier especulación. Ter Stegen se sabe firme en la portería y cuando sea menester negociará su renovación, pero, al menos eso parece de momento, no pondrá ningún ‘joker’ sobre la mesa.
Esto es lo que hay
Y llegados hasta aquí, bueno parece desempolvar el recuerdo de Johan Cruyff. El principio de todo. El holandés, que un día de 1992 retó a Bergkamp a “ganar más dinero o disfrutar” antes de que su hijo deportivo eligiera al Inter por encima del Barça (para arrepentirse apenas llevar un par de meses en Milán), recordó una vez, en una entrevista, la fuerza que, en su opinión, deberían tener los clubs respecto a los chantajes de los deportistas y sus agentes.
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Decidida su marcha del Barça en 1978, Cor Coster, su suegro, abogado y representante, llegó a un acuerdo para jugar en el Washington Diplomats de la NASL. Cruyff viajó a Estados Unidos y se reunió con uno de los principales ejecutivos de la Warner Bros, una de las empresas que dirigía la competición, convencido de tener un poder que, en un santiamén, descubrió no era tal.
“Firmamos un contrato pero llegué a la reunión convencido de cambiarlo, dispuesto a jugar a la negociación” explicó en esa entrevista Johan. “Me abrió la carpeta y me dio un bolígrafo para firmar. ‘Este es el acuerdo y no le vamos a pagar más. Es el trato justo’ me dijo. Sonreí pensando que era una forma de regatear pero me dejó claro de inmediato que las reglas estaban claras. Y en ese momento descubrí qué era y cómo funcionaba el deporte profesional en Estados Unidos” señaló Johan.
“El club, cualquiera, debe ser justo con sus deportistas pero nunca tiene que dejarse dominar y eso en Estados Unidos está totalmente claro, como debería ser en Europa” cerró Cruyff en aquella entrevista, en plena era del Dream Team.
El Barça debe valorar el peso deportivo de Umtiti. Sin duda. Y debe pagarle por lo que supone en el equipo, que probablemente es bastante más de los 3 millones de euros que, se dice, tiene de salario hoy en día. Pero, para nada, tiene que dejarse arrastrar a un regateo.
Si Umtiti quiere pelear por los títulos y ganar mucho dinero no dudará en seguir en el Barça. Si quiere ser milmillonario probablemente estire la goma sabiendo el riesgo que hay de que se rompa. A fin de cuentas, la decisión es suya.
60 millones de euros no es una cifra desorbitada en este loco mundo del fútbol por un central de su categoría. Pero en el Barça se sabe que los futbolistas intocables se cuentan con una mano. Y sobran dedos. No hay que llevarse a engaño porque Umtiti no es uno de ellos. Al menos por ahora.
FOTO: Manel Montilla