La Super Bowl del domingo será la sexta ocasión en la historia de la NFL en la que la mejor ofensiva del campeonato se mide a la defensa más dominante. ¿A quién le otorgamos mayor ventaja? si atendemos a un criterio estrictamente histórico, no hay dudas: la defensa gana campeonatos. En cuatro de esas cinco finales, la defensa se impuso sobre el ataque. La única excepción a tal afirmación tuvo lugar en 1990 cuando los 49ers de Joe Montana y Jerry Rice aplastaron a los Broncos en el resultado más desigual en la historia de la Super Bowl: 55-10.
Los Seahawks, con diferencia, el mejor equipo defensivo de la NFL, tan sólo han permitido sumar 231 puntos a sus contrincantes en la liga regular, lo que se traduce en una media de 14.4 puntos por partido y 273.6 yardas concedidas. Este perfil aguerrido es inherente a la personalidad de su coach, Pete Carroll, un gran amante de las defensas agresivas e intensas. Admirador de los inolvidables Ravens del año 2000, es un firme defensor de esa filosofía tan presente en el manual deportivo americano: el ataque gana partidos, la defensa gana campeonatos.
¿Cómo es la defensa de Seattle y de qué forma trabaja? Denver Broncos, su rival en la Super Bowl, todavía no ha tenido que lidiar con una defensa tan dura y asfixiante como la que le va a presentar el equipo del estado de Washington. La clave de su ecosistema defensivo se basa en la capacidad para defender hombre a hombre o «man to man«. Todos los miembros que forman la secundaria y que ocupan las zonas medias tienen asignado un atacante y su misión es defenderlo allá donde vaya. Su defensa básica consiste en formar hombre a hombre con todos los receptores rivales, colocando a los safeties detrás para evitar los lanzamientos en largo y taponar las rutas más profundas. Una vez cerradas las líneas de pase, obligan al quarterback a correr por el exterior –donde Cliff Avril se encarga de cerrar la carrera– o por dentro –donde le espera Irvin–. Todo esto le proporciona a Clemons el tiempo necesario para llegar al quarterback y provocar el «sack«.
La secundaria está formada por cuatro baluartes capitales de la formación de Seattle: el cornerback Richard Sherman, Kam Chancellor, Byron Maxwell y el safety Earl Thomas. Sherman –líder de la NFL en intercepciones– y Thomas son los líderes y cargarán con la responsabilidad de neutralizar a los principales «blancos» con los que Manning adorna sus estadísticas: Decker, Welker, Demaryius y Julius Thomas. Tampoco conviene olvidar al grupo de linebackers donde sobresale Bobby Wagner, así como la habilidad de los tight ends –Zach Miller y Luke Wilson– para librarse de las marcas y aportar su valor añadido en la línea defensiva. El hombre del momento en la parcela defensiva es, sin duda, Kam Chancellor. Colosal en los playoffs, tiene una habilidad innata para el placaje y sus ayudas para parar las carreras están siendo decisivas a la hora de abortar las acometidas del rival.
«Tenemos que llegar a Peyton y sacarlo de la bolsa de protección, así de simple». Estas palabras del linebacker Bruce Irvin son un perfecto ejemplo del guión encomendado por Carroll a sus huestes. Seattle posee la mejor defensa contra el pase y una capacidad descomunal para generar presión sobre cualquier quarterback. El objetivo es obligar a Manning a apresurar sus pases, reduciendo su tiempo de ejecución. Si los Seahawks consiguen taponar al ejército de receptores del que dispone el brazo ejecutor de Denver, habrán ganado una batalla fundamental en éste partido.
Si bien es cierto que la gran baza y fortaleza de este equipo radica en la base de su excelencia defensiva, su presencia en el duelo final de temporada también se debe a la solidez mostrada en su línea ofensiva. Su juego de carrera o «running game» es, sin ningún género de dudas, lo más peligroso del ataque y lo llevan al extremo. La línea ofensiva saca mucho más partido bloqueando a la carrera que protegiendo a su quarterback en la búsqueda del pase.
El runningback Marshawn Lynch es el auténtico puntal ofensivo del equipo. Conocido con el apelativo de «la bestia«, ha sido imparable en los playoffs y decisivo con sus 109 yardas en el duelo contra San Francisco. Lo veremos corriendo por fuera y por dentro, formando como receptor abierto o saliendo desde el backfield para recibir balones. Ya sea utilizando a Lynch o a Turbin, el verbo «correr» es el que más y mejor conjuga Seattle y el que le proporciona mayor facilidad para controlar el tiempo de juego.
La principal debilidad, en la parcela ofensiva, es el juego aéreo y ahí han tenido mucho que ver las bajas de Sidney Rice y de Percy Harvin. El domingo pueden convertirse en el primer equipo de la historia que gana una Super Bowl con un ranking tan bajo en el juego aéreo (el 26 de la NFL). Todo apunta a que Harvin llegará a tiempo para poner a disposición del equipo su velocidad en las rutas y sus prodigiosos cambios de ritmo y de dirección.
El quarterback, Russell Wilson
En este partido vamos a asistir a un choque de culturas y de estilos entre ambos quarterbacks. La diferencia de edad entre Manning y Wilson es la mayor –13 años– en la historia de la Super Bowl.
La historia de Russell Wilson es muy peculiar. Fue un extraordinario jugador de baseball en su etapa universitaria e incluso llegó a ser seleccionado en la cuarta ronda del draft de la MLB por los Colorado Rockies. Tuvo una breve experiencia en las ligas menores antes de decantarse, definitivamente, por el football.
De escasa estatura, lo que verdaderamente le hace especial son sus lanzamientos en movimiento. Necesita moverse mucho en el pocket e incluso salir de él para poder tener buenas líneas de pase, y es que los Seahawks sufren muchísimo cuando tienen que proteger a su director de juego. En el partido contra San Francisco fue derribado cuatro veces y es ahí donde la figura de Phillips (Broncos) cobra especial importancia: Siete derribos en lo que llevamos de temporada y dos en los playoffs. Wilson suele quedarse el balón más de la cuenta y eso le ha generado siete derribos en los dos partidos frente a Saints y 49ers. Este aspecto es importante por el riesgo que le supone a Seattle que se aborten posesiones y que Denver logre sumar puntos rápidamente.
En un equipo que focaliza su ataque en la carrera, su quarterback no iba a ser menos. En caso de proclamarse campeón con Seattle, ningún otro quarterback en la historia habrá logrado correr tantas yardas en una temporada (539), dato singular que no colisiona, en absoluto, con su capacidad para generar jugadas lanzando pases. Su conexión con Doug Baldwin, Tate y Jermaine Kearse ha sido clave en los playoffs.
En un partido que se antoja con un desenlace reñido, existen posibilidades reales de que el ganador se decida con un gol de campo. Steven Hauschka, pateador de los Seahawks, ha logrado convertir 17 de sus 18 intentos desde 40 yardas o más, mostrándose infalible en las 6 oportunidades que se le han presentado en los playoffs.
Será la segunda Super Bowl que dispute la franquicia de Seattle desde su fundación en el año 1974. El único precedente fue la final del año 2005 donde sucumbieron ante los Pittsburgh Steelers.