Victoria plácida del FC Barcelona ante el Ath. Bilbao en una exhibición de pegada y a la espera de que el temporal amaine por Galicia.
Nueva vuelta de tuerca de Luis Enrique a la alineación echando mano de las rotaciones, lo que no deja de ser congruente con su apuesta. Una apuesta que se antoja muy arriesgada a priori, pero que si le da resultado, puede suponer un plus de ventaja en la recta final de temporada, si nos atenemos a la exhibición de velocidad y fuerza que se vio en la primera parte copera ante el Atleti de Madrid.
Ocurre sin embargo que, dependiendo de los elegidos o sacrificados, la puesta en escena varía diametralmente. El turno de guardia establecido dejó velando armas a Busquets, Iniesta, Rakitic, Luis Suárez, a quienes se sumaron los descansos obligados o no de Piqué durante medio partido y Messi durante un tercio. Con ello, el desempeño del conjunto blaugrana bien pudo catalogarse de pobre para una victoria tan rica.
La salida del balón, Omaha
La presión bilbaína sobre la salida de balón del Barça, provocó no pocos sobresaltos y numerosas pérdidas de balón. Cada salida de balón, se asemejaba a la apertura de la puerta de una lancha anfibia en la playa de Omaha el ‘día D‘. Balones que morían sin sentido y sin siquiera llegar a oler la orilla. Mucho sacrificio, mucho sufrimiento y caos, mucho caos. Terreno abonado para soldados de fortuna y proezas bélicas en misiones suicidas.
Y lo cierto es que el Barça tiene algunos de los mejores comandos de élite para esos cometidos. La sorpresa hoy, fue la aparición de Paco Alcácer que debutó como goleador en Liga. A él se sumó un gol de falta de Messi en el que Iraizoz falló más de la cuenta y un tercero obra de un redimido Aleix Vidal, al que se le ve feliz y disfrutando de los destinos que le son asignados, ya sea de lateral o de extremo.
Puntos débiles de la estrategia: Las extremas facilidades que se conceden en la línea defensiva. La inmensa distancia entre la avanzadilla y la retaguardia, hace que nos pillen desguarnecidos en más de una ocasión. La suerte es que el rival hoy pecó de inocente, pero no se esperan demasiadas concesiones en los meses venideros. Mencionar también el papel de mensajeros de los centrocampistas, que pierden relevancia en el juego, ya sea en un área o en otra. Hay frescura de piernas, pero no de ideas pues se pierden automatismos al no estar habituados a jugar juntos.
Puntos fuertes: La implicación de todos. Gusta ver a Messi y Neymar recuperando balones en zonas defensivas, lo que da una idea de las buenas sensaciones que deben tener. Esos automatismos que ahora mismo no son, pueden aparecer de forma abrupta con una simple vuelta a la ortodoxia. Cabe destacar también la versatilidad de un equipo capaz de mutar de un 4-4-2 a un 4-3-3 con sólo cambiar de camuflaje, lo que le hace tener el factor sorpresa de su lado.
El Barça se recompone
Ahora mismo son esbozos, y hay quizás demasiadas dudas en cuanto a su concreción, pero paso a paso, el Barça va sumando efectivos. El grupo parece más compacto a pesar de que algunos jugadores parezcan inconexos en determinadas fases o partidos. Da la sensación de que a poco que haya algo más de clarividencia en el centro del campo, las transiciones podrían ser mucho más efectivas, pero a la vez es difícil que haya esa claridad si se juega a un ritmo tan vertiginoso que somete a los centrocampistas a un constante ir y venir. Con todo, se ha llegado vivo hasta aquí y una vez reagrupados, será el momento de analizar las verdaderas opciones.
La conclusión inevitable es que sí, Luis Enrique juega con fuego y el Barça ya se ha quemado varias veces en los ensayos previos al desembarco, pero si se logra pasar los búnkers de la línea costera y con la suerte como aliada, el avance de las tropas hasta la victoria final está al alcance. «Messi tiene los bigotes largos«.