En cualquier club con dos dedos de equilibrio mental y algo de ‘seny’, el año que ha completado el Barça cabría catalogarlo de notable. Ganar una Liga con la brillantez que lo hizo el equipo, batiendo registros tanto individual como colectivamente, debiera considerarse como una gran gesta. Y sin embargo, ocurre que el club se ve inmerso día sí y día también en asuntos turbios. Algunos de índole exógena y otros -los que más duelen- fabricados desde dentro. Repasando someramente el año, comprobamos que la sombra de Pep sigue siendo alargada y su salida aún provoca sarpullidos dividiendo a una hinchada propensa a ello. Además, el destino ha querido que nuestro Pep de nuestro FCB, se haya convertido en nuestro Pep de su FCB, el mismo que apalizó a nuestro FCB en la semifinal de Champions. Si a ello sumamos:
- La pérdida de brillantez en el juego y el debate sobre la posesión.
- El contínuo run-run sobre los asuntos institucionales y la nula capacidad de convicción de la directiva.
- La obligatoriedad de las entradas para los niños.
- Las dudas sobre el contrato de Neymar.
- La controvertida venta de canteranos.
- La escasa y menguante cosecha de las secciones a las que Rosell ha ido relegando a un papel menor.
- Y sobre todo, la preocupante vuelta de Messi a la senda de las lesiones
nos encontramos ante una situación que no hace más que poner al soci en el disparadero del ayayismo sin saber si suicidarse o que lo suiciden. De todo ello, el asunto de las lesiones de Messi es especialmente espinoso. Conscientes de que cuanto más apartado está Messi de los terrenos de juego, más débil es, nuestra propia directiva parece haber encontrado el momento propicio para abrir fuego contra el argentino, abriendo una puerta que da directamente al pasillo del abismo.
Son ya varios los encontronazos y los desmentidos por parte de unos y otros, lo que no hace pensar nada bueno de cara al futuro. Imaginen algo similar en la acera de enfrente, pero en sentido contrario. Inconcebible ¿verdad? Por otro lado, la barriobajera campaña de descrédito iniciada contra él en la pugna por el Balón de Oro ha terminado propagándose a otros jugadores de la primera plantilla, a su padre y al resto del club. Llueve sobre mojado en este asunto, acaso propiciado por la tibieza con la que se ha pronunciado anteriormente la junta directiva en casos similares. La salida a los medios del Sr. Pérez, aludiendo a una campaña contra los equipos españoles, tiene más visos de comedia que de otra cosa. Su portentosa actuación enajenándose el papel de abogado de pobres contra los molinos de la Comisión Europea denunciando “una campaña de persecución hacia los clubes españoles”, resulta conmovedora en estas fechas. Esa frase suya suena tan vacía de contenido como la famosa “los árbitros ayudan a los grandes por igual”. Y a pesar de todo ello, queda la sensación de que da igual lo que se haga, el follón está garantizado. Siempre habrá un sector que encontrará motivos para estar disconforme, ya sea fabricando insidias propias o dando pábulo a las ajenas. Tant se val d’on venim. Vivimos en un cisma permanente. Merry Cismas!