La transición

 Suave o vertiginosa, no se admiten términos intermedios. En can Barça, con una plantilla saciada de títulos y de nombres, ha llegado la hora de emprender la próxima revolución y de que la transición se haga de la mejor manera. Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato y la transición, esa que no quiso llevar a cabo por segunda vez Pep Guardiola porque «prendriem mal«, es necesaria e inevitable.

La gran dificultad es gestionarla. Decidir que los mejores jugadores de la historia del club tienen que dar un paso al lado es muy complicado para los futbolistas, dirigentes, entrenadores y aficionados, para todos. Es la decisión más compleja, pero no queda otra, porque hay que revitalizar el equipo y darle un nuevo impulso.

Cada cual tendrá su lista de altas y bajas propia, futbolistas que han bajado el pistón en lo físico y en lo psicológico, con achaques por lesiones o porque el calendario resulta inexorable. Lo importante, más allá de todo esto, es gestionar bien el relevo y, sobre todo, buscar un futbolista sobre el que regenerarlo todo. Sergio Busquets es mi hombre.

Escuchaba hace unos días un enorme estudio realizado por Jordi Costa sobre cómo se han gestionado últimamente las transiciones de ciclos en can Barça desde el fin del ‘dream team’ a la actualidad y las conclusiones son reveladoras.

Bobby Robson (1996) empezó la temporada contando con seis titulares que disputaron la final de la Champions en Atenas 1994; Guardiola inició su periplo (2008) con cuatro titulares que habían ganado la final de la Champions de París (2006); mientras que ahora, de nuevo dos años después, hasta nueve jugadores que jugaron la final del Mundial de Clubes de Yokohama (diciembre 2011) forman parte del equipo titular actual.

La principal dificultad, en un proceso de por sí muy complejo, es la convicción para llevarlo a cabo y aquí es donde estriba el inconveniente. La junta directiva actual tiene que tomar la iniciativa para no caer en el mismo error cometido por Joan Laporta, que echó por la borda una temporada la 2007-2008, a pesar de que el verano anterior había detectado la existencia de «autocomplacencia» en la plantilla. Aquello al menos sirvió para la llegada de Guardiola en el verano del 2008.

Decía que la directiva de Sandro Rosell es quien tendría que adelantarse el diagnóstico, pero no parece dispuesta. Las últimas declaraciones del vicepresidente deportivo, Josep Maria Bartomeu, en una entrevista a ‘Onda Cero  iban en este sentido. No se considera que haya agotamiento en la plantilla ni en la evolución del juego, por lo tanto no ha llegado el momento de renovar la plantilla.

Pasó un año desde que Laporta se diera cuenta de que las cosas no iban como debían hasta que decidió tomar cartas en el asunto y dos para que volvieran los éxitos. Hoy ya podría ser demasiado tarde.

Audio del análisis en el ‘Tú diras’

El fotomontaje es de Óscar Cusidó.