La carrera más sucia de la historia

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Los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988 quedaron marcados para siempre por el escándalo en la final de los 100m lisos masculinos, en la que el canadiense de origen jamaicano Ben Johnson (vencedor con nuevo récord mundial, 9,79 segundos) fue descalificado al dar positivo en el control antidoping por una sustancia prohibida llamada estalonozol. La medalla de oro y la plusmarca mundial pasaron a su gran rival, el estadounidense Carl Lewis, con un tiempo no menos espectacular de 9,92 segundos.

Con el tiempo, seis de los ocho finalistas de aquellos 100 metros lisos se han visto salpicados por el estigma del dopaje. Al ganador canadiense se le sumó su compatriota Desai Williams, los estadounidenses Carl Lewis y Dennis Mitchell, el británico de origen jamaicano Linford Christie y el jamaicano Ray Stewart, que quedó último tras sufrir una lesión en los metros finales de la prueba. Stewart fue acusado de suministrar droga a otros atletas. Una denuncia por parte del director de la oficina antidoping, el Dr. Wade Exum, acusaba de positivos encubiertos de 114 atletas, entre ellos Lewis y otros 18 medallistas olímpicos, durante el período de 1988-2000.

Según Exum, Lewis dio positivo en dos análisis previos a los Juegos, lo que le acarreaba una suspensión de 12 semanas, pero el Comité Olímpico de los Estados Unidos la anuló para no dejar mermadas las posibilidades de conseguir medallas de su país. El hijo del viento, apodo que recibía el atleta considerado como el heredero de Jesse Owens, acabó ganando dos medallas de oro y una de plata en Seúl.

Los análisis practicados a Lewis confirmaron positivos en pseudoefedrina, efedrina y fenilpropanolamina, sustancias estimulantes que se encuentran en medicamentos para el resfriado, pero los expertos aseguran que se utilizan para enmascarar drogas más fuertes como los esteroides anabólicos. Lewis declaró haber consumido las substancias de forma no intencionada. Mantiene que sólo tomó una famosa hierba oriental, Ma Huang, recetada contra el resfriado.

Otros dos medallistas, Joe DeLoach y Andre Phillips, también escaparon a sendos positivos antes de viajar a Seúl y vencer en los 200 metros –superando a Carl Lewis en los metros finales y ganando el oro con nuevo récord olímpico de 19,75 segundos– y 400 metros vallas, respectivamente. El comité olímpico norteamericano mantiene que las afirmaciones de Exum no tienen fundamento.

Hoy en día, la vida de estos ex atletas está alejada del mundo que les llevó a la gloria aunque fuera, en el caso de Ben Johnson, tan efímera como los 9.79 segundos que tardó en recorrer los 100 metros sobre la pista. Carl Lewis sigue defendiendo su inocencia, mientras Desai Williams admitió el consumo de sustancias dopantes. Curioso es recordar las palabras del entonces entrenador de Johnson, Charlie Francis, «si alguien está limpio, será un perdedor». Hoy en día la mayoría de corredores de la carrera más sucia de la historia no son recordados, precisamente, como unos ganadores.

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