Hay que jugar el partido del día 8

La estrepitosa derrota del Parque de los Príncipes no ha hecho más que confirmar lo que se venía intuyendo desde hace muchas semanas: que el Barça iba con lo justo en estado de forma de algunos jugadores, en juego y también en reflejos tácticos.

Ahora, a toro pasado, es fácil verlo y regodearse en el monumental repaso del PSG, destrozarlo todo y disparar a diestro y siniestro. Pero el partido de vuelta hay que jugarlo aún. No, no es que uno sea un iluso y piense que se puede levantar el resultado. Al contrario. Sin embargo, la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones debe servir para exigir muchas cosas al equipo, a Luis Enrique y, si me apuran, a la directiva. Y lo primero que sería deseable es que el Barça salga a demostrarle a todo el mundo que, aunque lo parezca, el fútbol no se olvida de un día para otro.

Pero, sobre todo, deben demostrar al barcelonismo herido en su orgullo que el 4-0 de París les ha hecho daño y que, por muy doloroso que sea, son el Barça. Hay que exigir once tipos que se coman el césped, que traten de tú a tú al PSG y que no muestren la apatía y la impotencia que nos enseñaron el martes. Exijamos un equipo que muerda con el balón, que lo trate con mimo, ritmo y criterio, que se deje los últimos resquicios de energía en el Camp Nou y que, si como es más que probable queda eliminado, pueda hacer que la afición salga con la cabeza bien alta del estadio. No sería la primera vez.

Luis Enrique tiene la palabra

Exijamos también que quienes dirigen el club tomen de una santa vez las decisiones adecuadas para regenerar la plantilla añadiendo futbolistas de primer nivel a la indudable calidad de la base actual. Personalmente, a mí me sirve Luis Enrique. Ha demostrado ser capaz de hacer jugar bien –incluso muy bien– al Barça, pero falta saber si a Luis Enrique le sirve Luis Enrique o si prefiere volver a subirse a la bicicleta.

Se vaya o no, es hora de poner hilo a la aguja y rehabilitar el grupo sobre la base del incuestionable –que no inamovible– modelo que caracteriza al club y que se ha ido desvaneciendo en los últimos meses ante la desidia de quienes vieron caduco aquello del círculo virtuoso.

Pero antes hay un partido el día 8 donde se disputa mucho más que una eliminatoria virtualmente decidida. Y  ese partido hay que jugarlo.

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