Gerard Piqué ha hablado tras la victoria del Barça en Getafe (0-2, Suárez y Junior) para saldar algunas cuentas. La publicación esta semana de un artículo en Mundo Deportivo donde acusaban al vestuario de manejar el club a su antojo desde hace años escoció a los futbolistas. “Sabemos cuáles son los diarios afines al club y los artículos que salen, y muchas veces sabemos quién los escribe aunque los firme otra persona. Debemos estar todos juntos para no hacernos daño”, ha dicho el central blaugrana.
Hablar de diarios afines al club es un eufemismo para referirse al diario deportivo del grupo Godó, tradicional órgano de propaganda de las juntas de Rosell y Bartomeu y gota malaya del desgaste de Laporta desde el momento que sus después sucesores abandonaron la directiva. Tiene Piqué todo el derecho del mundo a reclamar lo que considere oportuno y puede hacerlo utilizando para ello cuantos altavoces sean necesarios.
Pero estas declaraciones de Gerard Piqué no quedarán sin respuesta. Mañana mismo (si no hoy en alguna red social) habrá quien pierda el culo para intentar rebatirlas. Y estará bien si ese mismo articulista critica con la misma vehemencia la nefasta planificación deportiva que el club arrastra, si no desde antes, al menos desde aquel verano de 2015 en que se levantó la Champions en Berlín.
Porque lo que ha hecho Piqué es lo que gran parte del barcelonismo lleva pidiendo desde hace años: varear el olivo para que algo se mueva en un momento en que el aficionado sufre aún lo de Roma y Liverpool y, peor aún, no parece vislumbrar síntomas de recuperación.
Y si para ello hace falta que Piqué dé una patada a la directiva en el culo de un columnista, bienvenida sea.
