Poco a poco, el Barça de Setién va lubricando sus engranajes. No ofrece un fútbol superlativo, pero comienza a recuperar elementos clásicos del juego azulgrana, comenzando con la velocidad de balón y continuando con el dinamismo de sus futbolistas.
Sin 9 clásico, con menos futbolistas en la plantilla pero aún con Leo Messi sobre el césped, el Barça afrontó el encuentro ante el Levante con un centro del campo prácticamente inédito donde Busquets, Rakitic y De Jong compartieron la fase de construcción del juego, con el de Badía retrocediendo en ocasiones para ayudar a los centrales a sacar el balón jugado y Jordi Alba y Semedo con tendencia a ir hacia arriba.
Media hora tardó el equipo en perforar la portería de Aitor Fernández. Lo hizo Ansu Fati tras aprovechar un excelente pase al hueco de Messi, una combinación que se repetiría apenas un minuto después para que el joven canterano, necesitado como estaba de goles, convirtiera en tanto la segunda asistencia del mejor futbolista del mundo.
Todo funcionaba hoy sobre el campo, probablemente por las debilidades de un rival con serios problemas para puntuar en lo que llevamos de año. Un rival, no obstante, que hace menos de tres meses derrotó al Barça de Valverde en el estadio Ciutat de València. Tanto funcionaba que incluso Semedo pareció transfigurarse en otro jugador para hacer suya la banda derecha y permitirse el lujo, incluso, de lanzar un disparo al travesaño.
La ausencia de Suárez y a la espera de la reaparición de Dembélé, se suplió con creces con un Messi apareciendo y desapareciendo por el eje y sus dos partenaires, Fati y un inteligentísimo Griezmann, aprovechando los espacios generados por las idas y venidas del argentino.
Siguió enchufado el Barça en la segunda parte, aunque sufrió alguna acometida del Levante, que tuvo una doble oportunidad en las botas de Morales y Rochina. El primero se encontró con las manos de Ter Stegen; el segundo, con un punto de mira desviado que acabó con el balón en la grada.
Al cuarto de hora, Paco López dio entrada a Hernani, que puso a prueba al portero alemán nada más entrar, y a Borja Mayoral por un Morales que, siendo seguramente el jugador más talentoso del equipo, no tuvo su mejor noche. La apuesta del técnico levantinista, necesaria por el resultado, partió definitivamente a su equipo y le dejó expuesto a las contras de un Barça especialmente fino a la hora de sacar el balón y de superar la presión.
En un noche plácida, dos goles de Anu Fati certificaron la mejora de un equipo que –pese a la endeblez del rival y algunas defensivas que necesitan ser corregidas y que desembocaron en el tanto visitante, obra de Rochina ya en el descuento– quiere ir recuperando automatismos que parecían perdidos desde hace varias temporadas. Síntomas esperanzadores a pocas semanas del regreso de la Champions League.
Queda mucho camino, pero parece haberse enflado. Y sin necesidad de contar pases.