BENDECIDO. Los postes le salvaron dos veces en la primera parte.
PERCUTOR. Prácticamente extremo durante todo el partido, se hartó de poner centros desde su banda. Uno de ellos lo aprovechó Pedro para abrir el marcador.
PORCELANA. El Camp Nou contiene el aliento cada vez que interviene el capitán, temeroso de verlo partirse en mil pedazos. Está cada vez más tieso.
CLONADO. Cada acción defensiva delicada acabó en una imprecisión o en un pase comprometido a Pinto. Este no es mi Masche, me lo han cambiado.
TRABAJADOR. Se ofreció para elaborar el juego en el ataque zurdo. En la primera parte intentó sin éxito disparos lejanos.
SITUADO. El Tata no le exigió jugar de espaldas como el día del Villarreal y el camerunés respiró aliviado. Partido correcto sin más.
ARRIESGADO. Fue el centrocampista que más riesgos tomó en el pase entre líneas y no tuvo especial fortuna. A la hora de moverla en la organización se bastó.
NÓMADA. No dejó de alternar posiciones según las necesidades del equipo. Le faltó punch.
GOLEADOR. El canario está volviendo a sus cifras goleadoras de mejores temporadas y el equipo lo agradece.
INSISTENTE. No dejó de intentar la jugada del mes, pero fue Iniesta quien le hizo el trabajo para que él marcara.
MATE. No era un partido para que brillara alguien de sus características. Así y todo, provocó un gol en propia puerta en la única ocasión en la que se marchó del marcador.
ILUMINADOR. En un momento en que el ataque culé andaba ciego, llegó Andrés a poner algo de luz en el asunto.
IMPETUOSO. Le puso tantas ganas que a punto estuvo de lesionar a Limones en un balón intrascendente.
TESTADO. El lateral sigue sumando minutos para acabar con su recuperación. El equipo agradecerá mucho su vuelta.