Casillas desnuda mediocridades

Cobarde en el planteamiento, miedoso en el dibujo y cegado en la gestión, a Carlo Ancelotti apenas le quedó la justificación arbitral para ocultar sus miserias en el Camp Nou. Pero la película del Clásico no esconde su realidad: la de un entrenador torpón y señalado por el entorno merengue, al que los árboles ya dejan ver el bosque.

El Real Madrid acudió a Barcelona con buenas sensaciones en la mochila. Ganó con solvencia al Málaga la semana anterior (mereció golear) y encaró su pase a octavos de la Champions con un triunfo trabajado frente a la Juventus. El entrenador parecía entender que sus actores de reparto estaban capacitados para discutirle lo que hiciera falta al Barça… Pero a la hora de la verdad tuvo un ataque de canguelo y lo echó todo por tierra.

BALEComo un Mourinho cualquiera, Carletto parapetó la zaga con tres centrales y colaboró en el enloquecimiento de un Bale que debe preguntarse aún para qué le han fichado. Le convirtió en delantero centro justificando su decisión en tapar la salida de balón de Busquets. Recordó al Mou del Inter colocando a Eto’o de lateral o al Ferguson del United con Rooney de mediocentro. Bale, un correcaminos indomable, quedó convertido en una triste figura, a medio camino entre la invisibilidad y la mediocridad por delante de ese Sergio Ramos que repartía estopa sin ton ni son pero asustado con el balón en los pies mientras desde el banquillo el pobre Illarramendi se lo debía mirar todo sorprendido.

Chocó tanto el planteamiento obtuso del italiano como los actores que puso en escena. Creyó que con laterales de largo recorrido haría daño y despreciando a un perro de presa como Arbeloa condenó al bueno de Carvajal, considerado el mejor lateral de la Bundesliga pero a quien Neymar dejó en evidencia hasta que fue imposible levantarse. Y eso sin hablar, todavía, del tal Diego López, quien a cada partido cumbre que pasa queda en más evidencia.

Hasta que el Madrid no quiso jugarle de tú a tú al Barça pasaron muchos minutos de sopor blanco, donde apenas la ambición de un desafortunado pero peleón Cristiano dio que hablar. A un Barça con el freno de mano puesto y alejado de su realidad, el Real respondió con simple mediocridad. Con justicia, no mereció más de lo que obtuvo.

MADRITPodría considerarse que al Real le faltó suerte, pero excusarse en el arbitraje -ocultando que Sergio Ramos volvió a tener derecho de pernada o que Pepe le hizo un penalti tan o más claro a Cesc que el protestado de Mascherano a Cristiano- desnuda la propia mediocridad de ese entrenador al que cabría preguntar el pecado de Casillas para que un Diego López de la vida aparte de la portería.

Porque ese es otro asunto y para nada menor. Para ganar al Málaga, al Elche, Betis o Getafe de turno, un equipo grande puede bastarse con su fútbol. Pero en los duelos donde se define la hora de la verdad se antoja un insulto apartar a Iker de los focos. Es cierto que al ‘1’ del Madrid el Barça le ha dado no pocos disgustos, pero su ascendente en el campo deja en pañales a este Diego López cuya imagen traslada al pasado y solvencia al horror.

Se hace tan difícil adivinar partidos cumbre ganados por el nuevo portero del Madrid como sencillo es mostrar los que el equipo perdió porque no tuvo salvador bajo los palos. Aunque de ello haga una eternidad, la famosa volea de Zidane en Glasgow nunca esconderá que fue Casillas quien evitó que el gafado Bayer Leverkusen evitase ‘la Novena’. El gol de Iniesta en Sudáfrica llegó después de que Robben se estrellase en Casillas y fue él, en la final de Copa de Mestalla, el que precedió con su actuación el cabezazo ganador de Cristiano Ronaldo.

ALEXIS.VARANE¿López? Si Diego Costa, Miranda y el universo colchonero le deben tener en gran estima desde el último derbi liguero o la final de Copa, el Barça también debe hablar bien de él. Apenas si miró el balón en el disparo cruzado de Neymar, al que ni intentó llegar, y se quedó en tierra de nadie ante la mágica vaselina de Alexis. Dejó en evidencia al pobre Varane a ojos de todo el mundo, pero volvió a evidenciar que no es portero para apartar a Casillas de la portería madridista.

Puede, sí, que el Barça transite alejado de su mejor versión. Pero, a la vez, es una realidad incontestable que en el Real Madrid se ha instalado una extraña mediocridad. Y la imagen de su portero condenado al banquillo es la primera de todas. Aunque no la única.

Foto: mundodeportivo.com

Comparte este artículo

Artículos relacionados