Siempre me fascinaron las ecuaciones indeterminadas. Cuando –hace ya muchos años– estudié matemáticas en el instituto, me resultaba curioso que una ciencia tan exacta como esa fuese incapaz de dar una solución concreta a una ecuación. La respuesta ‘indeterminada’ (casi tan asombrosa aquella otra llamada ‘infinito’) me dejaba descolocado. ¿Para qué resolver dos o más incógnitas si en muchos casos no existe una respuesta única?
Con el nuevo proyecto del Camp Nou me ocurre algo parecido. El día 5 de abril, los socios del Barça votarán un proyecto indeterminado del que sólo sabemos un coste aproximado (600 millones de euros) que, conociendo cómo funcionan las obras, puede acabar tendiendo a ‘infinito’.
Conocemos a grandes rasgos en qué consistirá (remodelación del Camp Nou, Espai Barça y nuevo Palau Blaugrana), pero no sabemos cómo será, quién lo llevará a cabo ni tampoco cuántos de los asientos adicionales del nuevo estadio serán para los socios. Lo que sí sabemos es que, de aprobarse la propuesta de la directiva, el estadio tendrá un apellido y el Palau, un nombre completo. Esa es la conclusión que se extrae de la comparecencia del miércoles de Jordi Cardoner, vicepresidencia del área social del club.
Ayer, el programa La Gradería de Radio Barcelona entrevistó a Cardoner. Lejos de despejar las incógnitas, el nieto de Nicolau Casaus añadió algunas otras que, me atrevería a decir, son las que más preocupan a los socios. Tras afirmar que “me gustaría que la cifra de 600 millones fuese orientativa a la baja y no al alza”, el vicepresidente enarboló la bandera de la indeterminación cuando, en apenas unos minutos de radio, dijo que el proyecto “está calculado sin que haya derramas ni subidas de cuotas a los socios” e, inmediatamente después, añadió que “no podemos comprometernos a no subir las cuotas en el nuevo Camp Nou”.
2x=y. Respuesta indeterminada.
En realidad, su respuesta fue hábil, digna del más experto de los tahúres del Misisipi. Decir que en principio no habrá subida de cuotas para luego no poder asegurar que no se producirán es jugar a “la puta i la Ramoneta”, pero también es asegurarse que no vuelven a cazarle en una mentira como ocurrió el año pasado, cuando negó la información de Sique Rodríguez (también en la SER) acerca de la Grada d’Animació encubierta y la venta de entradas a 10 euros a ciertos grupos de aficionados.
Cardoner mintió y ahora no quiere que un asunto tan delicado como las cuotas de socios vuelva a pillarle en un renuncio. Por eso afirma una cosa y la contraria. Por eso intenta tranquilizar a una masa social que no entiende cómo en tres años hemos pasado de hacer fotocopias en blanco y negro para ahorrar unos euros a plantearnos una inversión de 600 millones que el club no tiene y que, de tenerlos, deberían ser destinados a una remodelación a fondo de una plantilla que lo está pidiendo a gritos.
El círculo virtuoso, ¿recuerdan? “Los éxitos deportivos situarán al club en la primera línea mediática y se traducirán en ingresos que alimentarán al primer equipo”. Si la opción es comenzar a construir la casa por el tejado, acabaremos teniendo un palacio maravilloso en el que no viva nadie. Un enorme legado patrimonial para un equipo devaluado.
Indeterminación. Esa es la clave de la ecuación, la paradoja matemática por excelencia. La incapacidad de ofrecer exactitud en la ciencia más exacta que existe. Fascinante, pero inquietante. Quizá por eso acabé estudiando letras.