Niños perdidos en la gran ciudad

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Jugamos en casa y somos unos. Nos hemos adaptado a la ‘alfombra’ de Bloomfield Road y con el empuje de nuestra gente y el orgullo que mantenemos somos capaces de plantar cara a cualquiera. A pocos equipos debe gustarles jugar en nuestra casa porque entienden qué significa enfrentarse a un equipo herido en un campo imposible, pero salimos fuera y parecemos niños perdidos en la gran ciudad. Y eso nos ocurrió el sábado en Norwich. Perdidos y asustados.

Es difícil explicar nada sin que nuestros aficionados se sientan ofendidos. A fin de cuentas jugamos por y para ellos y no merecen este vía crucis. En Carrow Road más de lo mismo: empezamos centrados. Bien. Plantando cara a un equipo superior, con jugadores de calidad Premier y empujándonos a nosotros mismos… hasta que una chorrada de jugada en el centro del campo con un pase que no parecía nada del otro mundo acabó con el primero de Hooper. Y a partir de ahí una escalada imposible. No nos rendimos, en absoluto, pero lo pareció.

Ayer vi el resumen del partido y me paré a pensar como hago siempre si no se pudo evitar tal o cual jugada. El 2-0 hay que reconocer que fue un golazo que si lo llega a marcar Rooney o Messi lo sacan en todos los programas proclamándolo el gol del mes. Y es lo que nos mató ya del todo. En 25 minutos, todos los planes por el suelo, todas las expectativas destrozadas y todo nuestro ánimo derrumbado.

Somos dos mundos opuestos. Ellos miran al play-off de ascenso con ilusión y para nosotros es un drama fijarnos en la clasificación y eso en el campo se nota. Multiplica las diferencias entre unos y otros, por mucho empeño que le pongamos, y nos convierte en un grupo desesperado. Es en la desesperación en lo que a veces pongo la clave para salir adelante, pero para lograrlo tenemos que ser mucho más fuertes. Sobre todo fuera de casa.

En el autocar vimos un vídeo que luego no sirvió de mucho pero que me repito a mi mismo para mantener la fe. Nos pusieron los ejemplos del Sunderland y del Birmingham del año pasado. Para muchos estaban condenados. Y ambos se salvaron. Son ejemplos que ayudan y motivan, pero luego tienes que salir al campo a jugar sin miedo, repetir lo que haces en los entrenamientos, ser más fuerte que el rival. Y parece que nosotros no somos capaces de hacerlo.

Me niego a pensar que cada vez que juguemos fuera de casa vamos a salir con la cara pintada porque nunca me ha pasado, porque nunca había vivido una situación así y porque nuestra aficionados no lo merecen. Y ellos son los más perjudicados.
Está siendo una temporada terrible y tenemos que ser lo suficientemente hombres como para afrontar lo que hay por delante con la mayor dignidad posible y la rabia absoluta por demostrar que merecemos quedarnos en esta Liga. Porque muchos pasaremos por este club; algunos nos quedaremos y otros no, pero el Blackpool seguirá existiendo y sus fans sufrirán con lo que pueda pasar. Sólo por eso debemos honrar la camiseta. Es por eso que no puedo más que volver a pensar en los pocos pero buenísimos fans que nos acompañaron a Carrow Road. Les veía en la esquina del campo y sufría por y con ellos, pensando en que tanto el Middlesbrough como el Forest, que vendrán seguidos a Blackpool, tienen que perder en nuestra casa. Es lo que les debemos. Lo mínimo.

También coincidimos en Norwich con la expedición del Chicago Fire, equipo de la MLS que está en Gran Bretaña de pretemporada y que estuvo en el campo viendo el partido. Compartimos hotel y estuve charlando con Guly do Prado la noche anterior. Entrenó con nosotros hace un tiempo y fue un reencuentro agradable. Se le veía ilusionado con esta aventura de jugar en Estados Unidos, en una Liga que está creciendo un montón y a la que van cada vez más futbolistas de Europa. Claro que si eres Gerrard o Lampard y te pagan lo que a ellos, ¡todavía mejor!

A todo esto me gustaría referirme a una carta especial que volví a recibir esta semana. Un aficionado del Brighton llamado James me escribió para demostrarme su cariño y su aprecio. Y para comentarme lo preocupado que está con la andadura del equipo como enfadado por lo mal que me trataron por no renovarme. Le agradezco infinitamente sus palabras, pero el club no me trató mal. Simplemente pensó que era más adecuado confiar en los jóvenes que en mi, creyó que yo no estaba en condiciones de ayudarles y decidió no renovarme. Obviamente, no estoy de acuerdo en las razones que me dieron para no renovar, pero como profesionales que somos hay que aceptar las cosas como vienen.

Pero son cartas como esta, o como aquella que comenté en su día de un hincha del Blackpool, las que dan sentido, más allá del dinero, a nuestra profesión. No concibo el fútbol sin pasión o implicación con quienes están en la grada. Lo viví en Vitoria, en Swansea, en Brighton y ahora en Blackpool. Como, claro, en Barcelona. No voy a mentir y a proclamarme un fan incondicional del Blackpool desde antes de venir, pero llevo cerca de siete meses aquí y me identifico absolutamente con lo que es este club porque desde el primer día me he sentido apreciado y respetado. Y porque soy así. Desde siempre. Sufro tanto como los aficionados y estoy en un barco que tiene pinta de hundirse sin remedio… Pero voy a remar como el primero para intentar sacarlo a flote.

Por cierto. El jueves la podóloga del club me trajo extractos de periódicos en los que sale publicado mi blog semanal en am14.net y estuvimos comentando varias cosas de lo que escribo. ¡Ahora entiendo porque nunca me entrevista nadie! Estoy ahí cada semana y no tenía ni idea. Ahorro trabajo a los periodistas así que no sé si debería parar para hablar con ellos…

Bueno, más en serio… Nos viene el Middlesbrough con siete jornadas sin perder, mirando a la Premier y con un entrenador, Karanka, que ya ha demostrado que es mucho más que el ayudante que fue de Mourinho. Allí está un buen amigo, Damià Abella, que sigue recuperándose de una grave lesión. Ha tenido muy mala suerte porque empezó la temporada como titular y espero que vuelva lo antes posible a jugar. Pero por muy bien que estén, en Blackpool tendrán que sufrir y mucho. Además, sobre la ‘alfombra’ de Bloomfield las fuerzas se igualan y vamos a salir a morir para seguir con esperanzas.

Gracias por estar ahí. Al pueblo tangerine no puedo más que agradecerle que mantenga su apoyo incondicional hacia el equipo a pesar de todo lo que está pasando. Y sí, estamos malheridos… Pero aún respiramos.

¡¡Vamooosssss!!

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