La de Francesc Arnau, muerto de manera repentina a los 46 años ejerciendo como director deportivo del Real Oviedo, es la historia de un futbolista que pudo ser y no fue. Como tantos otros y por un cúmulo de circunstancias que jugaron en su contra cuando abrazaba el sueño de convertirse en el esperado heredero de Zubizarreta o el primer portero catalán indiscutible en el Barça desde Sadurní. Lo rozó con los dedos…
A menudo se habla de Xavi, de Puyol, de Valdés, Iniesta o Gabri como jugadores que crecieron bajo la influencia de Louis van Gaal pero su nombre queda en el olvido de manera injusta. Mejor portero de la Eurocopa sub’21 de 1998, que venció la España en que jugaban junto a él Michel Salgado, Guti, Valerón, Etxeberria, Roger, Víctor, Celades o Morientes, Arnau era mimado por los técnicos del Barça, confiados en que algún día la portería del Barça fuera suya. Y lo fue. Pero por muy poco tiempo.
Debutante con el primer equipo en uno de aquellos duelos locos contra el Atlético de Madrid en 1996 (3-3) por lesión de Vitor Baía y bajo la dirección de Bobby Robson, al año siguiente se convirtió en el suplente de Ruud Hesp ya con el entrenador holandés en el Camp Nou y durante las dos siguientes temporadas apenas si jugó un par de partidos hasta que el 19 de octubre de 1999, ya cumplidos los 24, Van Gaal sorprendió dándole la titularidad nada menos que en Champions, en la cuarta jornada de la liguilla, frente al Arsenal, en el que el Barça se jugaba la posibilidad de clasificarse o abocarse a un final dramático…
Y ahí estaba Francesc Arnau, con apenas tres partidos de competición a sus espaldas en tres años y dejando en el banquillo a un Hesp que había sido intocable hasta entonces. Y allí, en el legendario estadio londinense donde el Barça había conquistado en 1992 la Copa de Europa y que utilizaba aquel curso el Arsenal para sus partidos como local en el torneo continental en lugar de Highbury, Francesc Arnau pasó de ser un desconocido a un gigante.
Ganó el Barça por 2-4 pero más allá del excelente triunfo que provocó la clasificación matemática del equipo la noticia estuvo en aquel portero que salvó hasta tres remates de gol a los gunners, convertido en pesadilla para Overmars, Adams o Kanu y cuyas primeras palabras al acabar el partido fueron de cariño para Hesp. «Habrá sido un palo para él no jugar» reveló, confiado en el futuro pero con los pies en el suelo.
A Van Gaal no le tembló el pulso y su apuesta no fue flor de un día. Proclamó su confianza en Arnau e insinuó que tenía todo lo que necesitaba para ser el portero titular de un Barça en el que se mantuvo, exceptuando los partidos de Copa y un par de Champions, durante cuatro meses hasta otra noche de especial significado. A la postre la fatídica en Madrid.
Segundo en la clasificación liguera, cinco puntos por detrás del Deportivo y uno por encima del Real Madrid, el irregular Barça (dos victorias, dos empates y dos derrotas en las seis jornadas precedentes) visitó el Bernabéu con la esperanza de dar un golpe de efecto… Y cayó derrumbado por un incontestable 3-0 en el que Arnau quedó marcado. No tuvo su noche más feliz precisamente y se le señaló como responsable directo del 1-0 de Roberto Carlos y de no estar lo suficientemente atento en el 3-0 de Morientes.
Todas las alabanzas recibidas durante los cuatro meses anteriores quedaron ensombrecidas por aquella dura derrota en el Clásico y, de repente, el cariño y confianza de Van Gaal desapareció. Ya no jugó ni un partido más en toda la temporada, recuperando Hesp la titularidad… Y aunque el entrenador holandés afirmó públicamente que Arnau tenía las condiciones de pelear por la titularidad la siguiente temporada, en la que Hesp ya no perteneció al Barça, la luz no volvió a encenderse para él.
El Barça fichó a un francés llamado Richard Dutruel que resultó ser un fiasco pero Serra Ferrer, sucesor de Van Gaal en el banquillo, nunca vio con buenos ojos a un Arnau al que apenas le dio ocho partidos, casi condenándole a la primera, cuando encajó dos goles en 26 minutos en San Mamés tras entrar por el francés, expulsado, y encajar el primero, de penalti, apenas colocarse en la portería.
En diciembre de 2000 ya era el tercero en discordia tras el ascenso de un joven de 18 años llamado Pepe Reina, que debutó por lesión de Dutruel en Vigo y prácticamente se convirtió en indiscutible. La carrera azulgrana de Arnau, el llamado un día a ser heredero de Zubizarreta, estaba finiquitada.
Al año siguiente fue traspasado al Málaga, donde alternó la titularidad con el banquillo hasta su retirada en 2011 y en 2015 se convirtió en Director Deportivo del club andaluz hasta que dejó el club a mitad de la temporada 2017-18. En diciembre de 2019 firmó por el Oviedo, donde su labor, seria y discreta, era muy bien valorada y relacionándose su nombre con el Barça durante la última campaña electoral.
Su nombre no se escribirá con letras de oro en la historia del Barça. Pero siempre quedará la duda de qué habría pasado si Van Gaal se hubiera mantenido firme en su apoyo por Francesc Arnau tras aquella debacle del Bernabéu en la que fue sentenciado, probablemente de manera injusta.