Algo pasa con Manning

Peyton Manning es un nombre conocido incluso en aquellos lugares poco duchos en el fútbol americano, como es el caso de España. Al igual que Leo Messi es conocido en todo el mundo o relacionamos a Derek Jeter con el béisbol, hay jugadores cuya leyenda trasciende el ámbito en el que transcurre su carrera. El hijo de Archie Manning es uno de ellos: elegido mejor jugador de la NFL en un récord de cinco ocasiones (2003, 2004, 2008, 2009, 2013), poseedor en solitario del registro de más pases de touchdown (530), así como el de más pases de TD en una temporada (55, en el año 2013), con casi 70.000 yardas a sus espaldas sólo en temporada regular (a solamente 2.000 de batir el récord absoluto de otra leyenda como Brett Favre) y un sinfín de registros más en el que su nombre se encuentra en lo más alto de la lista, Peyton será elegido para entrar al Hall of Fame tan pronto como su nombre esté disponible para ello.

Tras casi dos décadas dirigiendo los ataques de los dos equipos por los que ha pasado –los Colts de Indianápolis y los Broncos de Denver, en su currículo también hay partidos que hay que apuntar a la columna del debe. Al mayor de los Manning lo rodean los fantasmas que no se atreven a acercarse a su hermano menor, Eli, a partir de enero. Peyton es el jugador que más veces ha sido eliminado en el primer partido de playoff (9) y su registro en post-temporada desciende al 46% de victorias (11 partidos ganados de 24 jugados) del 70% que sostiene en temporada regular (179/256). Un único anillo (2006) en tres apariciones a la Super Bowl (2006, 2009, 2013) ensombrece un legado sin parangón y restará injustamente importancia a la que es una carrera de libro de texto. Injustamente porque no es de recibo cargar a Peyton todos los fracasos de sus equipos, conjuntos que dependían de él para llegar a los partidos importantes y cuyos defectos eran maquillados por la brillantez de su quarterback. Un ejemplo perfecto son los Indianapolis Colts en 2011, cuando tuvieron que afrontar un año sin Manning por la lesión cervical que lo apartó del gridiron, curso en el que pasaron de un registro de 10-6 a ser el peor equipo de la Liga y acabar con 2 victorias y 14 derrotas. En el fútbol americano hay muchos factores a tener en cuenta más allá del QB.

Por otra parte, tampoco sería justo exonerar a Peyton Manning de las malas actuaciones de sus equipos en playoff. Sin ir más lejos, la derrota de los Broncos en la Ronda Divisional de este año ante su antiguo equipo recae en gran parte sobre él. No fue el único en jugar un mal partido: DeMarcus Ware y Von Miller, dos defensas cuya especialidad es llegar al QB rival, no aparecieron en todo el encuentro; el gran cornerback Aqib Talib acabó desquiciado cubriendo al receptor T.Y. Hilton; Demaryius Thomas, uno de los receptores más aclamados de la NFL, dejó escapar pases que habrían dado vida a su equipo en momentos clave. Sin embargo, la gran decepción fue el juego de Manning: incapaz de lanzar a distancia o de hacerlo con precisión las pocas veces que lo intentó, fallando envíos que habían sido automáticos en otra época, con un lenguaje corporal que evocaba derrotismo y tremendamente vulgar en los instantes definitivos del encuentro. Quizá perseguido por sus fantasmas –esos que dicen que es un jugador que fracasa bajo presión, los que lo apartan del podio de los mejores jugadores por sus actuaciones en playoff, los que le susurran al oído que las oportunidades se le agotan, los de enfrentarse a su antiguo equipo o los de verse incapacitado físicamente para hacer lo que en su cabeza es diáfano o aquellos de haberse encontrado otras veces en esa misma situación y no haber podido remontar–, Peyton parecía despojado de toda confianza. Y se tradujo en su actuación.

Peyton Manning (18) nunca estuvo cómodo en el partido que lo enfrentó a los Colts en la Ronda Divisional.
Manning (18) nunca estuvo cómodo en el partido que lo enfrentó a los Colts en la Ronda Divisional (11/1/2014).

Peyton Manning, que cumplirá 39 años el próximo marzo, no ha querido responder ni de una manera ni de otra a si ya ha jugado el último partido de su carrera. Probablemente haya hecho bien, ya que tomar una decisión en caliente sería desmerecer toda una vida de dedicación al deporte. Peyton tiene un largo camino por delante si decide volver: tendrá un nuevo entrenador, ya que han despedido a John Fox; quizá deba adaptarse a un nuevo sistema si Adam Gase, el coordinador ofensivo hasta ahora, decide poner punto y final a su etapa en Colorado; y es probable que vea caras desconocidas entre sus receptores, ya que tres de sus principales armas acaban contrato este año y la situación salarial de los Broncos, cuya meta desde que llegó Manning en 2012 era construir un equipo para ganar inmediatamente, no es demasiado flexible. Y no sólo eso, ya que si el legendario número 18 opta por volver a enfundarse las protecciones, tendrá que empezar el largo periodo de entrenamiento. Un entrenamiento físico y mental que, a su edad y con el desgaste de 17 temporadas al más alto nivel, no es despreciable.

Precisamente la edad es uno de los argumentos que exhiben aficionados en Denver para pedir a Manning que cuelgue las botas y la casaca y a su equipo que mire hacia adelante. Temen que Peyton, que se llevará 21,5 millones de dólares del tope salarial de Denver Broncos (límite salarial que se encontrará según predicciones en unos 140 millones de dólares), haya sucumbido ya al tiempo y perjudique las aspiraciones de su equipo en el futuro. Para ello no sólo ponen de referencia el partido de playoffs, sino el último mes y medio en el que Manning no ha parecido más que un quarterback del montón y no el jugador que había establecido todo tipo de récords ofensivos tan sólo doce meses atrás. Desde luego, si Peyton Manning no tiene más de lo demostrado últimamente, la decisión más sabia sería retirarse. No por los aficionados de los Broncos, sino por su propio legado, algo que en Estados Unidos roza la categoría de sagrado.

No obstante, cuesta creer que no haya nada más entorno a las actuaciones recientes de Peyton Manning. Tras la derrota se ha comentado que el jugador arrastraba una lesión en el cuádriceps que afectaba a la mecánica de sus lanzamientos. Sea verdad o no, lo más probable es que Peyton atravesase algún tipo de dolor físico que mermase sus capacidades, ya de por sí discretas debido a las múltiples lesiones cervicales que ha padecido. Si Manning puede recuperarse, no habría razón para no desear su vuelta a los estadios, comenzando por los propios aficionados de su equipo. Seguirá sin poder lanzar grandes pases profundos y el ovoide no seguirá una espiral perfecta en su viaje por el aire, pero eso nunca ha formado parte del juego de Peyton, más basado en una prodigiosa habilidad para leer defensas que en batirlas a golpe de brazo. Con un buen sistema ofensivo que se dedicase a aprovechar las virtudes del QB, los Broncos aún podrían dar guerra y seguirían contando con uno de los mejores especialistas en su posición. A pesar de todo ello y tomando por ciertas las informaciones que hablan de lesión, también hay que tener en cuenta que no se recupera igual de rápido un chaval que acaba de llegar a la Liga y que apenas ha entrado en la veintena que un hombre al que le restan poco más de una decena de meses para los cuarenta años y que lleva más de la mitad de ellos recibiendo golpes. Igual que Manning puede recuperarse y volver al nivel de 2013 o 2014, también es posible que una nueva lesión lo atenace de nuevo para el siguiente curso.

Peyton Manning (derecha) junto al general manager de los Broncos, John Elway, tras ganar el título de campeones de la conferencia Americana en 2014.
Peyton Manning (derecha) junto al general manager de los Broncos, John Elway, tras ganar el título de campeones de la conferencia Americana en 2014.

La decisión no es sencilla ni para el jugador ni para la entidad. Por lo que respecta a la última, el general manager de los Broncos, el que fuese también quarterback John Elway ha dicho que espera que Manning regrese para el año que viene. Elway, que conoce a la perfección lo que es jugar con dolor durante los últimos años de una carrera en la NFL (él fue sentado en el banquillo por el entrenador de entonces, Mike Shanahan), sabe que la mejor posibilidad que tienen los Broncos de volver a la Super Bowl es con Manning. Brock Osweiler, el suplente de Peyton y elegido en el draft de 2012, lleva tres años entrenando con Manning y de ahí puede salir el nuevo Rodgers (no por juego, sino porque Aaron fue suplente de Favre en Green Bay) o un jugador sin nada especial, como es el caso de tantos otros. Antes de abrir ese melón, es lógico que Elway y los Broncos decidan dar un año más a Manning. No más, porque el proyecto deportivo de los Broncos se ha centrado en rodear a Manning de talento y sin él van a necesitar una reconstrucción que cuanto más se posponga más va a costar hacer. Con el equipo actual, un Manning relativamente sano y el corredor CJ Anderson allanando el camino para quitar carga de los hombros del 18, no se puede descartar a los Broncos. Claro está que las defensas saben ahora que pueden descuidar más el pase profundo y lo van a poner todavía más difícil para Peyton si regresa al terreno de juego, pero su conocimiento del juego lo sigue haciendo una opción más aconsejable que el 80% de quarterbacks que son titulares en la Liga.

A día de hoy nadie sabe cuál va a ser la decisión de Peyton ni lo que ha ocurrido realmente estos últimos meses, pero en algo sí que coincidirán la mayoría de los aficionados a este deporte. Sería profundamente triste que este fuese el final de Manning, el adiós de una de las más grandes leyendas que ha dado el fútbol americano y el deporte en general. Sería triste que, al fin y al cabo, su despedida llegase en un partido en el que, de entre los 279 que ha jugado, fue menos Peyton Manning que nunca.

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